Pascua Porciúncula en Estepa (Sevilla) 2024

09 Abril 2024

Llega la Pascua, nos dirigimos hacia Estepa. Èsta empieza en el camino, ya que no se inicia con la llegada al destino, sino en la “fraygoneta” la cual va llena de ilusiones, incertidumbre, ganas y también una gran moqueta. Al llegar nos afloran tantos recuerdos, ya que habíamos tenido la suerte de ser muy felices entre las paredes de ese convento franciscano.  

Entre todos comentábamos como nos acogerían nuestros hermanos granadinos y a la vez las ganas que teníamos de conocerlos y sobre todo de vivir esta Pascua junto a ellos.

A primera hora de la mañana del jueves, iniciamos la preparación de todo lo necesario para que cuando llegara el resto de hermanos estuviera todo a punto, por supuesto, no sin antes coger fuerzas con un maravilloso desayuno ofrecido por fray David, guardián del convento.

Lo primero que hicimos fue demostrar nuestras grandes dotes de ingenio, instalando la moqueta y el cartel.

Por fin llegan los hermanos que nos faltaban de Poniente, y el gran grupo de Granada.

La primera dinámica tenía el objeto de conocernos, ya se intuía la buena química que iba a existir, estábamos seguro que iba a ser una Pascua con grandes frutos.

Y así fue, no nos equivocamos, fueron unos días llenos de bendiciones y aprendizaje mutuo; aprendimos que la reflexión personal y el silencio es muy buena para mirarse en nuestro interior; que aprender leyendo el evangelio es muy enriquecedor, que llevar el servicio a los demás por bandera es la mayor labor que tenemos los cristianos y que acompañar al Señor durante una noche, no es cansada, sino que justo puede ser lo contrario, que dicha noche se pase en un instante.

Mi experiencia en el momento de estar delante de la cruz en la adoración, el cual es un momento muy triste para todos los cristianos, mis sentimientos eran de felicidad, no podía parar de dar gracias a Dios. Daba gracias por las cruces que el Señor ha puesto en mi vida, ya que a través de ellas me he acercado más a Él, gracias por hacerme sentir que al caer por el peso de la cruz, siempre me levantaré; gracias a los hermanos que han recorrido junto a mí este camino cristiano y franciscano; igualmente no me olvido de que algunos de ellos que no estén a mi lado, los siento muy presentes.

Llega el Sábado Santo, un día de espera y silencio. En la oración de la siembra del trigo, me sentí muy al lado de María, fue un momento muy especial, tuvimos la suerte de estar acompañados por Marta y su maravillosa voz, la cual nos hizo sentir como María esperaba a nuestro lado la resurrección del Señor.

Por otro lado, ese mismo día tuvimos un regalo, fue el testimonio maravilloso de 5 personas:

  • Relato de la permanencia en la fe, a pasar de las muchas adversidades.
  • El reconocimiento de una debilidad que se convertirá en su mayor fortaleza.
  • Cómo se puede estar agradecido en el peor momento de la vida, como es la muerte de una persona.
  • Descubrir su vocación, y a través de ella dar un servicio a los demás.
  • Gracias a la fe, puedes dar mucho, a pesar de todo lo que nos rodea en el día a día.

Estos testimonios me iniciaron aflorar todos mis sentimientos, no podía para de llorar, sin saber la causa de mi llanto; cómo puede dar fe María, que con su infinita paciencia no paraba de consolarme.

Al finalizar lo estuve pensado y lo entendí, yo me había sentido identificado en cada uno de los testimonios que habían contado, y mi llanto no era de pena, no, lloraba de agradecimiento por sentirme comprendido.

Por fin, llega la Vigilia, el momento que habíamos estado esperando durante todos estos días. Fueron 45 minutos de lecturas, los cuales transcurren sin mirar el reloj; en un momento estamos cantando al lado de la hoguera, bailando y haciendo el "tonto"...

Todas estas palabras se podrían resumir en una: GRACIAS.

Esta no ha sido una Pascua más, ésta ha sido la Pascua. Ha sido un privilegio poder vivir y sentirla juntos a todos vosotros.

Voy a pedir un deseo, que la Pascua en Estepa del próximo año sea una realidad, que ya estábamos cansados de dar vueltas, ¿verdad, Madu?

Un abrazo enorme y fraterno para todos.

Jorge Rubio

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